sábado, 27 de agosto de 2011
Una visita inesperada
Bajaba en un ascensor y paró en el segundo piso. Subió un señor mayor de anteojos... de marcos gruesos... como más lo recuerdo a mi abuelo. Muy sonriente y con una dulzura increíble me dijo: "Me saco la gorra, como se hacía antes. Antes, cuando uno subía a un ascensor, se sacaba el sombrero". Se lo sacó y... tenía el pelo blanco engominado... como tenía mi abuelo. ¿Casualidad que haya pasado en este momento? Yo diría que Tatá pasó a saludarme... electrificante.
La luna
La luna se refleja en cada cara presente.
Es una, esa luna, y no está solitaria.
A veces una sombra la cruza.
Brilla la luna, y la sombra
se luce opaca frente a ella,
gracias al brillo que ella le da.
En octubre
Los besos que me diste en la espalda
como una cadena de flores
mientras el aire entraba por la persiana rota
y vos lo atrapabas y me lo regalabas.
Transformabas mi pelo en el aire
y después te lo bebías con tus manos
mojadas de ternura y deseo.
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