If I gave you my heart,
what would you do with it?
How would you keep it?
Would you really care?
I gave him my heart once,
and nothing felt so sad
as seeing him act like it wasn't there.
Just give me some time,
and I'll come around.
jueves, 29 de mayo de 2008
martes, 27 de mayo de 2008
lunes, 26 de mayo de 2008
Hasta su casa
Se subió al auto, puso el seguro y arrancó. El camino estaba soleado, no había nada a la vista en el horizonte. Sólo estaba él. Entonces se puso a cantar. Y cantó todo el camino hasta llegar a su casa. Nunca había cantado tanto.
viernes, 23 de mayo de 2008
Por qué me aburrís (vosotros)
Les hablo a ustedes, hombres que salen de caza y pesca.
No me hablen del trabajo que no les gusta hacer, háblenme de las aspiraciones alcanzables que tienen. No me hablen de lo que podría haber sido y no fue, háblenme de lo que es y será. No me hablen de lo terrible que era su ex (“no como nosotros”, como si estuviéramos en nuestra vida número 1000), háblenme de todo lo que aprendieron y siguen aprendiendo de la mujer (aprender del sexo opuesto también es fascinante). No me hablen de las cuentas por pagar –por lo menos no ahora–, háblenme de la poesía por escribir. No me hablen de los logros de su ego, háblenme de la música que los emociona. Háblenme de las formas de expresión que les llegan al alma, de los abrazos inolvidables, de su vino preferido, de la conciencia de ser tan libres como para estar sentados en un bar tomando lo que quieren.
No me hablen del trabajo que no les gusta hacer, háblenme de las aspiraciones alcanzables que tienen. No me hablen de lo que podría haber sido y no fue, háblenme de lo que es y será. No me hablen de lo terrible que era su ex (“no como nosotros”, como si estuviéramos en nuestra vida número 1000), háblenme de todo lo que aprendieron y siguen aprendiendo de la mujer (aprender del sexo opuesto también es fascinante). No me hablen de las cuentas por pagar –por lo menos no ahora–, háblenme de la poesía por escribir. No me hablen de los logros de su ego, háblenme de la música que los emociona. Háblenme de las formas de expresión que les llegan al alma, de los abrazos inolvidables, de su vino preferido, de la conciencia de ser tan libres como para estar sentados en un bar tomando lo que quieren.
miércoles, 21 de mayo de 2008
Día etéreo
Si tuviera que describir el día de hoy, diría que fue (y sigue siendo) uno de esos días que uno se pregunta si existió. No es que no haya hecho nada. Entre otras cosas, fui al gimnasio, trabajé, fui al supermercado, pagué cuentas, fui a buscar la ropa al lavadero… Pero estuve todo el día como en una frecuencia distinta. Pienso cuál puede ser la razón, y hay por lo menos dos opciones: no terminé de despertarme esta mañana y sigo medio dormida o todavía estoy soñando.
Hay una tercera opción que tiene que ver con esto de la meditación, que observo con algo de incredulidad... aunque pareciera que meditar está teniendo su efecto. El otro día, dormí una de esas siestitas de menos de media hora (la “power-nap”) y por primera vez en mi vida, me funcionó. Están pasando cosas dentro de mí.
Hay una tercera opción que tiene que ver con esto de la meditación, que observo con algo de incredulidad... aunque pareciera que meditar está teniendo su efecto. El otro día, dormí una de esas siestitas de menos de media hora (la “power-nap”) y por primera vez en mi vida, me funcionó. Están pasando cosas dentro de mí.
jueves, 15 de mayo de 2008
La bicicleta
Él trabajaba en la estación de tren hasta la medianoche.
Montaba su bicicleta para recorrer los 10 km. hasta su casa.
Hacía 53 años que lo hacía.
Conocía esa ruta.
Llegaba, dormía unas seis horas
y arriba a recorrer el otro lado de la ruta
hasta el andén.
Su familia eran la noche, negra,
la ruta y los pasajeros.
Ellos lo cuidaban.
Los pasajeros cambiaban con los años
y las temporadas
pero la noche, no. Ni la ruta.
Pedaleaba y pedaleaba.
No dejaba de pedalear
porque sabía que algún día iba a llegar.
Montaba su bicicleta para recorrer los 10 km. hasta su casa.
Hacía 53 años que lo hacía.
Conocía esa ruta.
Llegaba, dormía unas seis horas
y arriba a recorrer el otro lado de la ruta
hasta el andén.
Su familia eran la noche, negra,
la ruta y los pasajeros.
Ellos lo cuidaban.
Los pasajeros cambiaban con los años
y las temporadas
pero la noche, no. Ni la ruta.
Pedaleaba y pedaleaba.
No dejaba de pedalear
porque sabía que algún día iba a llegar.
Personajes de Buenos Aires I
Subí al 34. Me senté y me miró. Tenía pelo corto y la cara muy arrugada. Actitud varonil, manos de mujer. Estaba sentada en la baranda baja justo opuesta a la puerta del medio, a pesar de que había asientos libres. Yo la tenía de frente. Ella tenía un encendedor en la mano. Hacía salir la llama y la miraba. La apagaba. Hacía salir la llama y la miraba. La apagaba. Un par de personas la empezaron a mirar con desconfianza. Yo, con mis anteojos negros. Unas pocas veces estiró el brazo con la llama encendida. Tenía una tos intermitente y casi imperceptible. Hacía salir la llama y la miraba. La apagaba. A veces hacía una pasada con su mirada sobre nosotros. El encendedor también era linterna en la otra punta. En un momento prendió la linterna y movía el brazo hacia la izquierda y hacia la derecha y apoyaba el punto de luz sobre la ropa de dos de los pasajeros. Uno de ellos, el más cercano, se puso incómodo. Hacia la izquierda y hacia la derecha. Cruzó el pasillo como para bajar, pero lo que hizo fue apoyar el punto luminoso sobre el buzo negro del señor que estaba sentado. Acercaba la linterna y la alejaba. Volvió a su lugar original, ahora de pie y agarrada del caño vertical. Hacía salir la llama y la miraba. La apagaba. Lamentablemente, llegué a mi parada. Mientras esperaba junto a la puerta, la podía ver en el reflejo del vidrio. Estaba quieta. Yo hacía rato había puesto la música en pausa. De repente, empezó a hablar con una voz muy aguda. No se entendía lo que decía.
Justo el día anterior había estado hablando con mamá de Niní Marshall y su personaje Cándida.
Justo el día anterior había estado hablando con mamá de Niní Marshall y su personaje Cándida.
miércoles, 14 de mayo de 2008
Personajes de Buenos Aires II
Ese día se tenía que ir del trabajo y no quería dejar los contactos a sus compañeros. Su jefe le dijo: «Mirá, esto es así. Los vas a tener que dejar». A lo que él respondió: «Pero si yo no me levanto ni para ir al baño para que no me roben los contactos».
jueves, 8 de mayo de 2008
Escrito en abril de 2004
La música. En la voz de Francisco, mi canción. El contrabajo en el rincón, desprendiendo su lamento y coraje. La banda, el enlace de dos vidas, las miradas que se encuentran, el compartir.
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