(Escrito a fines de 2005)
El peso de los jirones es mucho,
debo abandonarlos si quiero seguir.
Para poder ser hay que deshacer,
hay que abrazar y soltar.
Para entender hay que acariciarse
hay que dejarse y dejar ser
hay que saber sin saber
y adivinar sin envejecer.
Como un río, la calma y las corrientes.
Como la sangre, el torrente y la fluidez.
Como la tormenta, el murmullo y la exaltación.
Como un grito, inquietante y liberador.
miércoles, 4 de julio de 2007
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